Actualmente, aún sigue persistiendo, desde Tánger hasta al Sur de Marruecos y más allá, la historia de Aisha Kandisha la popular demonio. La gente cuenta su historia en las largas noches de invierno. Aisha Kandisha está considerada como una leyenda, y un hecho tenebroso para todas las edades. Las personas mayores procuran, al contarla, no herir la sensibilidad de los pequeños para no asustarlos. A lo largo de la historia el simple hecho de pronunciar el terrible nombre de ¡”Aisha Kandisha”! ha causado escalofríos, incluso a las personas más valientes y de fuerte carácter.
¿Pero quién era ella? ¿Un mito, una bruja, un fantasma, un demonio,…? ¿Cuál era pues su maldición?
Según la religión musulmana, desde la creación de Adán y Eva los demonios deambulan por la tierra. Según los historiadores, el caso de Aisha Kandisha data desde cuando los musulmanes llegaron al norte de África, exactamente a la región de Tánger en el año 712. El Conde Don Julián propuso al Teniente General árabe Tarik Ibn Ziad (Gibraltar lleva su nombre) conquistar España en poco tiempo, aprovechándose de las querellas internas de los Godos con los cristianos. Tarik aceptó la proposición de Don Julián con una sola condición: que dejase a su hija, en garantía, en poder de los árabes. Así fue acordado. Cómo era un verano muy caluroso, la Condesa fue instalada en una casa cerca de la playa, en un lugar conocido como “Condesa”. Debido al sofocante calor la mujer se daba numerosos chapuzones en las limpias y cristalinas aguas del Mediterráneo. Esto despertó la atención de todos los habitantes del lugar (hombres, mujeres y niños) que acudían a contemplar este hecho insólito para ellos: ¡Ver a una mujer cristiana bañarse en la playa! Aquellos hermosos y largos cabellos mojados por el agua, atrajeron tanto la atención de los nativos que enseguida le pusieron el mote de “Aisha, la Condesa”, que con el paso del tiempo se transformó, popularmente, en “Aisha Kandisha”. Hoy en día dicen que es una demonio, mitad mujer bellísima, mitad animal. que se aparece a los hombres.
Todos, siempre, nos hemos mostrado muy reservados a la hora de hablar de ella y, si uno insiste en saber, tendrá siempre a alguien intrépido y predispuesto para hacer de narrador que, conocedor de las entrañas de la historia y de su protagonista, dirá que por las noches sin luna nadie debe aventurarse solo, en aquellos bosques abiertos y solitarios que bordean las playas del Mediterráneo o del Atlántico, sobre todo si es joven o casado.
Te encontrarás delante de una mujer tan bella y fascinante que te sentirás atraído y obligado a seguirla, pero, sobre todo, no debes olvidar proveerte de un arma, no importa cual, pero debe estar bien afilada ya que sus pies terminan en pezuñas, unas veces de cabra, otras veces de camella y otras, incluso, en uñas como las de una gallina. Delante de ella no debes sucumbir a su encanto irresistible. Su aparición es mágica. Su belleza incomparable. Su cabello es del color del fuego dejándose caer sobre sus blancos hombros desnudos, pues apenas va vestida. Se acerca y te susurra al oído, con voz baja y seductora, repitiendo varias veces tu nombre, su próxima víctima a quien parece que conoce, e incluso se atreve a recordarte algún detalle secreto de tu vida, como lo infeliz que empiezas a sentirte en tu familia, cayendo rápidamente bajo sus encantos. Y la sigues al más allá , inconsciente de lo peligrosa que es: !No volverás a reunirte jamás con los tuyos!
¿Cuántos jóvenes habrán desaparecido así y no hemos vuelto a verlos más? !Imprudentes! La siguieron solos por la noche y entablaron, indudablemente, una conversación con aquella fatal mujer que los había inducido, sin retorno, hacia un reino oscuro y abominable del que pocos fueron los supervivientes que lograron escapar. ¡Qué engañoso encuentro! Muchos, valientes y airosos, nunca llegaron a entregarse completamente y, aunque no cayeron en los brazos de esta criatura, si que sucumbieron, a pesar de todo, al terror que experimentaron: se volvieron locos, afectados de una demencia desconocida, errantes por los caminos y andando muy deprisa como si fueran perseguidos,… llevarían en su interior, para el resto de sus días, la infeliz historia de aquella visión nocturna como un pesado secreto que nunca develarán por temor a revivir de nuevo la pesadilla de aquella noche y del encuentro con aquella extraña mujer: ¡Aisha kandisha! Nadie se atreve a pararlos y preguntarles sobre los hechos vividos en aquel solitario bosque.
Aisha kandisha es un personaje carnal, atemorizador, un ser de ultratumba, a veces vestida de novia con relucientes caftanes a veces semidesnuda, incluso se la puede ver sobre la superficie del agua. Es una genio poderosa que aparece, incluso en las noches sin luna, alrededor de los pozos o en los callejones más oscuros de las medinas. Seduce a los viajeros desprevenidos que quedan perdidamente enamorados de ella y, “perdidamente”, significa que caen en sus manos de un modo enfermizo, melancólico y depresivo. ¡Cosas del amor!
A los pequeños les causa tal pavor que sólo el nombrarla les induce a terminar rápidamente la cena, a portarse bien y a ir a dormir sin rechistar. Aisha Kandisha es una atractiva djinn, es el personaje más fascinante que recuerdo actualmente, con una mezcla de temor, cariño y nostalgia al mismo tiempo. Es uno de los mitos más antiguos del Magreb, a través del cual el poder de la mujer sobre el hombre destaca, al igual que en todos los relatos maléficos de la mitología.
Marruecos es una de las tierras más supersticiosas del planeta. Sus noches están plagadas de djinns, espíritus o duendes que pueden ser malignos o benignos, pero siempre liantes, a medio camino entre este mundo y el otro, que se divierten entorpeciendo y enturbiando las mentes y relaciones de las gentes. Para cada djinn existe un talismán. Al parecer los dibujos de Henna en forma de diamante, o las formas y dibujos hechos con muchos puntos, asustan y alejan a Aisha Kandisha. Para ello, incorporan en sus diseños un rico simbolismo asociado a las costumbres con colores, números, formas y dibujos. Por ejemplo, es el caso del triángulo que esquematiza el pubis femenino y se vincula con la fertilidad desde que los fenicios importaran el culto a la diosa-madre Tanit, así representada.
Aisha Kandisha es también llamada popularmente Lala Aisha, Aisha sudaniya o Aicha Elgnauia. Su figura aparece en varios rituales y actos folklóricos de gnawa, isawa, jillala, hmatcha e incluso en algunos actos de tuareg y beréberes del norte y del sur de Marruecos. Su música y su baile llevan a las personas al trance, y a moverse hasta perder la conciencia. Era una mujer cautivadora y fascinante, pero a la vez temible. También es considerada como una sagrada prostituta, seductora incansable. Aisha Kandisha es una realidad social, es una figura compleja que condensa no solamente los fantasmas masculinos proyectados, sino también los fantasmas femeninos reflejados bajo el prisma figurativo de la fatal belleza, rivalidad invisible y atracción embrujada que hace perder la cabeza a mas de uno.
Yo nunca la he visto, pero recuerdo que mi madre me contó y me confesó, en varias ocasiones, una de sus historia. No estoy seguro si fue a un amigo o a algún familiar lejano es la historia de un músico de la orquesta andalusí de Tánger, al que de vuelta a su casa de madrugada, después de tocar con su grupo en la celebración de una boda, alrededor del campo de fútbol de marshan, le abordó una bellísima mujer y cautivado se dejó llevar. Más tarde se dio cuenta de que las piernas de tan bella mujer eran de cabra: era Aisha Kandisha. Se llevó tal susto que se desmayó perdiendo el conocimiento. Se despertó en la cama de su casa sano y salvo sin saber más nada de aquel fugaz encuentro, pero él ya estaba “habitado”, endemoniado. Había perdido la razón. Se quedó trastornado y seguramente enamorado de ella para el resto de su vida. Jamás volvió a tocar con sus compañeros. Desde entonces cumplí a rajatablas el consejo de mi madre: “evita andar solo por la vida de noche”.